Texto: Estephany Orihuela
Editor (Texto e imágenes): Carlo Juscamaita
Imágenes: Hogar Albergue Caritas Felices
Este fue el domingo más pacífico que he tenido en mi vida. Al lado de la persona más pacífica, en la casa más pacífica y la sala más pacífica del mundo.
El personaje al que fuimos a visitar para esta entrevista fue la queridísima “Mamá Rita”; una señora como todas, con dos hijos ya mayores que viven en el extranjero y un esposo, el cual la dejó viuda hace muchos años.
Sin conocernos bien, una de las hermanas que vive en el Hogar Albergue “Caritas Felices”, nos invitó a pasar con una sonrisa de oreja a oreja, demostrándonos mucha confianza y comodidad. Al llegar a la oficina de la madre, tuvimos que esperar unos 20 minutos, ya que tenía visita; era un grupo de jóvenes de Lurín que habían ido a visitar a la madre y a la vez a dejar unos víveres para las jóvenes madres que habitan ese hogar albergue.
En el transcurso del momento de espera, pudimos observar que el Hogar era como una casa igual a todas, solo que bastante grande y con muchos habitantes, entre ellos, jovencitas desde los 15 hasta los 20 años de edad y niñas desde los 6 hasta los 14. También habían jovencitos entre los 12 y 18 años que por lo visto ayudaban con la limpieza y el orden en el Hogar. Pudimos observar también a niños muy pequeños acompañados de sus madres (muy jovencitas) quienes jugaban con ellos en el jardín y a la vez los cuidaban.
La madre, más conocida como “Mami Rita”, nos recibió sin parar de sonreir, con un abrazo con el que un poco más y nos asfixiaba de tanto apretar, agradeciéndonos la visita e invitándonos a sentarnos y a sentirnos como en casa.
Esta entrevista fue muy extensa, ya que ella nos contó parte de su vida como si fuera un cuento. Desde por qué tomó la decisión de dedicar todo su tiempo a Dios y a ayudar a jóvenes con problemas de violación, cómo fundó esta casa Hogar, quiénes solventan los gastos que se hacen hasta cómo puede hacerse todo lo que uno desea en base a la fe.
Conversaba con nosotras como si fueramos amigas que nos conocíamos hace muchos años, nos dio muchísimos consejos, nos hacía preguntas con respecto a nuestra vida, etc.
También nos hizo un tour en la casa Hogar, mostrándonos cada ambiente hasta llegar a la habitación de las niñas más pequeñas(entre los 6 y 12 años), las cuales estaban todas reunidas conversando y a penas nos anunció, todas se acercaron a saludarnos con un beso en la mejilla y un «buenas tardes señorita». Todas muy educadas, obedientes y cariñosas, cantaron una canción de despedida para nosotras, demostrando al mismo tiempo el cariño que le tenían a «Mamá Rita».
Al terminar el recorrido, «Mamá Rita» nos acompañó a la salida, invitándonos a que volvieramos pronto, ya que las niñas necesitaban que las visiten porque al año, van 2 o 3 mamás a verlas.
Nosotras prometimos volver y claro que lo cumpliremos, con tremendo ejemplo de madre y con todas esas alegres y educadas jóvenes y niñas, ¿quién no va a querer volver?
Lur IN 