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Un largo recorrido por los hermosos lugares turísticos de Lurín

Texto: Carlo Juscamaita Chávez
Editor (texto): Carlo Juscamaita Chávez
Fotos: Carlo Juscamaita Chávez

Este fue el domingo más agotador, pero a la vez más divertido que hemos tenido.

Eran casi las 9 de la mañana y llegaron a la plaza principal los últimos que nos acompañarían en el tour el cual nos brindó la municipalidad de Lurín.

Antes de empezar nos dieron una pequeña explicación acerca de la historia de Lurín, cuándo fue fundada, por qué se llama «Lurín», entre otros.

Siendo ya aproximadamente las 10 de la mañana, partimos directamente hacia el «Santuario Arqueológico de Pachacámac«, el cual, por más de mil quinientos años, fue la Ciudad Sagrada más importante de la costa sudamericana durante el periodo prehispánico. Su prestigio se debía principalmente a la fama de su oráculo, el cual era consultado por los curacas y señores principales que llegaban hasta aquí, procedentes de todo el antiguo Perú.

Esta visita nos costó y agotó un poco, ya que teníamos que subir y subir cerros, caminar y caminar tramos larguísimos y sudar «la gota gorda» para conocer otros ambientes del Santuario. Era un camino de tierra, polvo, calor y empinado haca arriba. Terminamos muertos del cansancio, necesitados de agua y negros por el polvo y el sol que ya había dorado nuestra piel. Demoramos aproximadamente 2 horas en conocer todo el Santuario, admirándolo, aprendiendo y tomándonos muchas fotografías.

Seguidamente nos dirigimos hacia la Ex Casa–hacienda Buena Vista, la cual la guía no explicó que era una típica casa señorial costeña que estaba construida parcialmente con muros de adobe y contrafuerte, también se empleó la quincha pero en menor cantidad, madera para las cubiertas y carpintería en puerta y ventanas del siglo XIX.

Luego fuimos hacia la Islas Cavillacas, las cuales se ubican frente a la playa San Pedro de Lurín. Su importancia radica en que entre ellas se encuentra una gran cantidad de especies de fauna marina, como: lobos de mar, pingüinos de Humboldt, aves migratorias, entre otros.

La guía nos contó la leyenda de cómo se crearon estas Islas, ya que son dos, una más grande que la otra.
Seguimos el recorrido hacia las playas. A lo largo de 13 km, se ubican las playas de Conchán, San Pedro, Arica y los Pulpos en las cuales se realizan campeonatos y deportes acuáticos como Bodyboard y Surfing en la estación de verano, además de cabalgatas en caballo de paso.

A penas llegamos a la playa, sentimos la brisa del mar y lo relajante del ambiente, obviamente sin dejar de lado el toparnos con los llamativos puestos de ceviche que se encontraban alrededor, haciéndonos agua la boca y pasando la saliva. Mirando hacia el frente para no antojarnos, nos tuvimos que ir por lo tarde que ya era y lo apurados que estábamos, a otro lugar turístico.

Continuamos nuestra visita en el Centro Lútico Inochy Suiseki, un Centro cultural de exposición de piedras de diversas formas y tamaños ubicado en la zona C de Lurín dentro del Circuito Buena Vista, en este lugar pudimos apreciar una colección de más de mil piezas de piedras de fondo marino, canto rodado, volcánico, hasta meteoritos. Eran piedras con formas abstractas y otras con forma de animales, que nunca antes habíamos visto. Fue una visita divertida e interesante.

Luego fuimos a los Viveros, ubicados en la zona B y C de Lurín, los cuáles en la última década se han convertido en uno de los atractivos del distrito por la moderna tecnología que se aplica en la floricultura.

En el camino también, fuimos hacia el Mirador Turístico Julio C. Tello, que cuenta con plazoletas; tiene como ejes temáticos una réplica en madera de tamaño real del Dios Pachacámac, la antigua Cruz de la Evangelización y una escultura de Santa Rosa de Lima, como patrona del Puente Lurín.

Así culminamos con nuestro largo y divertido recorrido en el distrito de Lurín, aunque ya siendo casi las 3 de la tarde nuestro estómago pedía llenarse, asi que decidimos ir a comer un rico cevichito acompañado de una rica Inca Kola en uno de los huariques de comida marina en Lurín.
Así, ¿A quién no le va a dar ganas de regresar? ¿A quién?